CORNEOTERAPIA: CUIDADO DE FUERA A DENTRO.
La capa cornea es la barrera de protección que proporciona la
epidermis en sus últimas capas de piel. Está formada por
células corneas (corneocitos).
Los corneocitos están unidos entre sí por otros componentes de la epidermis ( corneodesmosomas) para asegurar que funcionen como una pared o barrera que aísle el interior del exterior.
Esta protección es en los dos sentidos: de manera que no entre nada nocivo y extraño a nuestro cuerpo, pero también , que impida que perdamos sustancias propias que necesita para mantener la integridad y salud de la piel y el organismo.
La Corneoterapia es una especialidad de la estética que se ocupa de mantener o restablecer la capa cornea, pues entiende que para disfrutar de una piel sana, bonita y que la proteja del envejecimiento, el primer requisito es asegurar que la función barrera de protección de la piel esté en condiciones impecables.
Veamos, pues, cómo funciona todo este mecanismo y entenderemos cuán importante es la labor de esta especialidad estética, ya que como veremos ahora, la hidratación, la suavidad, la flexibilidad, las manchas o las arrugas, todo depende en gran medida del deterioro o desequilibrio de la capa cornea.
Sin embargo, el interés de la mayoría se centra en el interior. Los esfuerzos están puestos en aportar a la piel principios activos que vayan lo más profundo, más allá de la epidermis, cuanto sea posible. La voluntad es dar el alimento a la misma célula para revitalizarla y que nos libre del envejecimiento.
Así mismo, nos empeñamos en aportar hidratación con fórmulas que retengan el agua, como cuando se aplican sustancias como Ácido Hialurónico o NMF ( Factor de Hidratación Natural) que son elementos propios de la piel. Pero, parece que no se cae en la cuenta de que por mucho que quiera uno meter, si la capa cornea no es uniforme, completa y sin fisuras, el resultado tiene poca esperanza de ser duradero.
Es como si quieres llenar de sopa un cazo con agujeros.
Indice de este artículo:
1-Estructuras de la Capa Cornea.
2-Otros medios de protección.
3-Características de la Emulsión Epicutanea.
4-Propiedades.
5-Recomendaciones.
1-ESTRUCTURAS DE LA CAPA CORNEA:
La Capa Cornea está compuesta por lípidos, agua y queratina. Entre estos tres componentes se forma un tejido similar a una pared de ladrillos (queratinocitos) unidos con cemento (agua, grasa y proteínas), dispuesto en bicapas lipídicas; y este conjunto representa la función de barrera protectora de la piel, como aislante del cuerpo.
La capa cornea constituye una barrera dieléctrica frente a los electrolitos, que garantiza el aislamiento preservando el medio interno del externo, dificultando la penetración arbitraria de sustancias externas.
Solamente los agentes queratolíticos (por ejemplo: peelings enzimáticos o Alfahidroxiácidos) y sustancias con pH muy ácidos o alcalino alteran la estructura de la queratina de la capa cornea desprendiendo las células muertas de la superficie.
El uso de jabones y otros tensoactivos, a diario, provocan una descamación prematura de las células epiteliales, con la consecuente pérdida de NMF, deteriorando la barrera hidrolipídica; puesto que al perder NMF se empeora la capacidad de retener agua en la piel.
Cuando la capa cornea está equilibrada, completa y sin fisuras funciona como una verdadera barrera que impide la pérdida de agua transepidérmica (TEWL), garantizando el correcto nivel de hidratación.
Componentes de la capa cornea:
-El 60 % del contenido de esta capa es la queratina: es necesaria para mantener unido el NMF (Factor de hidratación natural) y los lípidos. La queratina proporciona a la superficie de la piel resistencia frente a la rotura, a modo de escudo.
-Hay un 30% de NMF: el NMF es un conjunto de muchas moléculas hidrosolubles y/o hidrodispersables que son capaces de retener agua en la capa córnea de la piel. Pero necesita de la queratina para anclarse a los lípidos, ya que, siendo hidrosoluble lo perderíamos fácilmente al ducharnos; el NMF sería arrastrado por el agua.
Los principales componentes del NMF son:
-Aminoácidos libres: Serina (20%), Citrulina (9-16%), Alanina (6-12%), Tirosina (4-9%) y Ornitina, Asparragina, Valina, Leucina, Histidina, Fenilalanina, Lisina (3-5%). Resultan de la degradación de los queratinocitos, durante su ciclo vital.
-PCA (12%)
-Urea (7%)
-Amoníaco, ácido úrico, Glucosamina y Creatinina (1-5%)
-Iones: Sodio, Potasio, Calcio, Magnesio... (18,5%)
-Lactatos (12%)
-Citratos (0,5%)
-Azúcares, ácidos orgánicos, péptidos... (8,5%)
Así, tenemos que, parte de estas moléculas que encontramos en el NMF son producto resultante de la degradación de los queratinocitos (principales células de la piel) a lo largo de su ciclo vital, como son: proteínas y aminoácidos; y parte son producto de la secreción sudoral, como son: agua, sodio, potasio, amoníaco, urea, lactatos, cloruros y otros aminoácidos.
-Además, contiene un 10 % de lípidos: sin lípidos tampoco se puede retener el NMF.
2-OTROS MEDIOS DE PROTECCIÓN:
Además, la epidermis consta de las células de Langerhans, que se encargan de la protección biológica.
Estas células detectan antígenos y los presentan a los linfocitos T para que pongan en marcha la respuesta defensiva.
También, tenemos que los queratinocitos facilitan la maduración de los linfocitos T.
Otra de las acciones defensivas que hace la capa cornea es desviar parte de las radiaciones solares, pues las refleja.
Y el exceso de sol pone en marcha un mecanismo de defensa de la piel, que consiste en hacer la capa cornea más resistente al aumentar su grosor por la creación de más cantidad de queratina (hiperqueratosis).
Esta defensa se refuerza con la creación de melanina que actúa como un filtro que absorbe y refleja el 90% de los rayos solares y como efecto secundario es el bronceado.
Al referirnos a este mecanismo ya no estamos a nivel de la capa cornea, sino a nivel profundo de la epidermis.
Los melanocitos de la capa Basal de la epidermis sintetizan la melanina que transfieren a los queratinocitos, y éstos difunden el bronceado, capa a capa de la epidermis, durante su ascenso hasta llegar a la capa cornea, donde acabará perdiéndose junto con el desprendimiento de las células muertas en la superficie.
3- CARACTERÍSTICAS DE LA EMULSIÓN EPICUTANEA (manto hidrolipídico):
Hasta ahora hemos visto estructuras de la epidermis y de la capa cornea por dentro.
Por fuera, la capa cornea está lubricada con una emulsión natural formada por agua (secretada por las glándulas sudoríparas), y por grasa (secretada por las glándulas sebaceas). Cubre la piel de todo el cuerpo, proporcionando confort, jugosidad, elasticidad y protección.
La emulsión epicutanea tiene un pH ligeramente ácido que dificulta la proliferación de microorganismos, con lo que nos protege contra microorganismos.
Por otro lado, el manto hidrolipídico o emulsión epicutanea, también nos protege de las radiaciones solares porque el sudor lleva ácido urocánico, que tiene efecto fotoprotector, actuando como filtro de las radiaciones ultravioletas B (UVB), cuyos efectos nocivos son eritemas, ampollas, quemaduras y puede causar cáncer de piel.
4-PROPIEDADES DE LA EMULSIÓN EPICUTANEA:
La emulsión natural de la piel nos protege del desecamiento, proporciona flexibilidad, brillo y suavidad. Cuando falla el equilibrio entre el agua y la grasa de este manto hidrolipídico, la piel pierde capacidad de mantener la hidratación ideal, los lípidos insuficientes se ven incapaces de retener el agua, la cohesión entre los corneocitos se desordena y se provocan fisuras o descamaciones; somos más sensibles y podemos padecer dermatitis, eczemas, prurito y tirantez; el pH se altera exponiéndonos a infecciones y somos más vulnerables frente a los agentes externos, el daño solar y las infecciones.
Los desórdenes de barrera, como un exceso de queratinización y un exceso de lípidos, sumado a una alteración del pH puede desembocar en el acné o empeorarlo.
Por el contrario, una deficiencia de lípidos y una hidratación deficiente pueden acelerar el envejecimiento de la piel y aumentar prematuramente las arrugas.
5-RECOMENDACIONES:
Lo primero que se hace en corneoterapia es un estudio de las condiciones en que se encuentra la piel, y sobre todo, de la capa cornea.
Para ello se hace un diagnóstico ayudados por una cámara especializada de diagnosis. Se mide el grado de hidratación y de lípidos y otros aspectos como el grado de queratina, el grosor del poro, las manchas y su profundidad, etc.
A partir de este estudio, la esteticista corneoterapeuta puede valorar el estado de la piel y sus funciones y recomendar la pauta de cuidados más aconsejable en cada caso.
El restablecimiento de la capa cornea y el estado de salud de la epidermis se consigue aportando a la piel aquellos elementos de los que carece.
Muchas veces esta alteración se produce por un mal protocolo de cuidados diarios por parte del cliente en su casa.
Me he encontrado con mujeres que, por su ignorancia al respecto o por una obsesión por la higiene, se lavaban la cara tres veces al día con jabón.
No hay que confundir limpiarse con desengrasarse.
Como hemos visto antes, el uso de jabones barren de la superficie el manto hidrolipídico drásticamente, dejando a la piel completamente seca y desprotegida.
En otros casos, esto genera un efecto rebote de creación de sebo, pues la glándula sebácea detecta la sequedad y deshidratación de la piel provocadas y en compensación produce más grasa en superficie, aunque sigue faltando agua y lípidos cementales. El pH está alterado, con lo que no defiende de los microorganismos produciéndose infecciones y se va camino de tener una piel, grasa deshidratada, muchas veces sensible o con acné.
Las pieles secas por falta de lípidos sufren especialmente por el uso de jabones.
Es el caso de las pieles atópicas.
El consejo de los especialistas en estos casos es utilizar jabón solo en las zonas grasas como el cabello, axilas, pies y zonas genital y perianal. Ya que para eliminar la grasa se necesita un desengrasante. No ocurre lo mismo con el resto del cuerpo que se ensucia principalmente de sudor. En el último caso el agua es suficiente.
Y ¿qué hacer en la limpieza facial?
En este caso depende de la situación. Si se utiliza maquillaje o si la piel es muy grasa se puede utilizar un limpiador desengrasante, pero suave. Los productos espumosos suaves naturales a base de saponinas vegetales crean espuma sin jabón. Limpian sin arrastrar toda la emulsión epicutanea natural.
Si no se utiliza maquillaje o, aún siendo así, si la piel es más seca o sensible es mejor utilizar una leche o crema limpiadora, que emulsionará la suciedad dejando parte de grasa sin retirar, ya que las leches y cremas son emulsiones de textura agua en aceite W/O o aceite en agua O/W.
Como vemos, las afecciones que pueden derivar de un mal cuidado de la piel, por malos hábitos o por el uso de productos inadecuados es muy variado.
El programa de cuidado diario debe estar bien pensado ajustándose a cada persona, a su piel y a su estilo de vida.
Los productos deben asegurar proveer de lo que necesite esa piel; sin aportar sustancias extrañas a la propia composición de la misma.
Es tan sencillo como dar a la piel lo propio de la piel, nada más.
Sustancias como aceites minerales, parafinas, colorantes y perfumes sintéticos artificiales o ciertos aditivos de dudosa inocuidad, no son afines a la piel y no son compatibles con ésta.
Evitando este tipo de productos extraños para la piel minimizamos los rechazos, alergias y confundir las funciones naturales de la piel.
Pensemos que si ocluimos la piel con sustancias plásticas, como parafinas, siliconas, aceites minerales... ésta no respira bien, impedimos su normal regeneración y el normal funcionamiento de las glándulas sebaceas.
Sin embargo, la piel acepta lo que reconoce como propio. Ella quiere sustancias de las que la componen. Eso es hablar en su mismo lenguaje. Asimila e integra en su ser sustancias como:
Ácidos grasos: Omegas 9, 6 y 3 presentes en aceites y mantecas vegetales. Glucosaminoglicanos y Proteinglicanos, sustancias de la matriz extracelular: Ácido hialurónico, NMF, proteínas, péptidos, colágeno, elastina, filagrina... Minerales y oligoelementos, vitaminas hidrosolubles y liposolubles, fosfolípidos, triglicéridos, escualeno, esteroles, colesterol, fosfatidilcolina, cerámidas, urea...
Cada vez que se lava la cara, si se hace con productos inadecuados, con tensoactivos, jabones, detergentes, sustancias con un pH demasiado alcalino u ácido, estamos alterando la barrera de la piel.
Entonces, la piel necesita un tiempo para producir de nuevo la sustancia natural epicutanea. Es un trabajo, en muchos casos, difícil de mantener.
Si en tu caso sientes que la piel te tira, no está elástica; la ves mate y áspera, e incluso, quizás te pica y se descama, por lo que no puedes pasar ni un día sin aplicarte crema, lo más probable es que tu piel está alterada y lo que te aplicas con todo el interés, no está aportando lo que necesitas o tus hábitos no son los correctos.
Ante la vorágine de oferta cosmética que uno se encuentra alrededor, es fácil verse perdido.
Tratarse la piel no es cualquier cosa.
La labor de las profesionales de la estética y de la corneoterapia tienen su razón de ser. Están ahí para guiarnos y recomendarnos lo que nos conviene de entre este mar de productos o consejos lisonjeros, por lo que se ahorra uno mucho esfuerzo, errores y dinero acudiendo a asesoramiento profesional personalizado.
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